Cartas a Meneceo. El placer, resultado de un cálculo prudente
Por este motivo afirmamos que el placer es el
principio y el fin de una vida feliz, porque lo hemos reconocido como un bien
primero y congénito […]. Y […] renunciamos a muchos cuando de ellos se sigue un
trastorno aún mayor. Y muchos dolores los consideramos preferibles a los
placeres si obtenemos un mayor placer cuanto más tiempo hayamos soportado el
dolor. Cada placer, por su propia naturaleza, es un bien, pero no hay que
elegirlos todos. De modo similar, todo dolor es un mal, pero no siempre hay que
huir de él porque algunas veces el bien se torna en mal, y otras veces el mal
es un bien […].
Cuando, por tanto, decimos que el placer es fin
no nos referimos a los placeres de los disolutos o a los que se dan en el goce,
como creen algunos que desconocen o no están de acuerdo o mal interpretan
nuestra doctrina, sino al no sufrir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.[1]
Epicuro
Comentarios
Publicar un comentario