El amigo Pedro que nunca está


“Es cierto que el café, por sí mismo, con sus clientes, sus mesas, sus sillas sus espejos, su iluminación, su atmósfera cargada de humo y el estruendo de voces, de vajilla entrechocada y de pasos que lo llenan, es un pleno de ser. Y todas cuantas intuiciones de detalle yo pueda tener están llenas por esos olores, esos ruidos, esos colores, fenómenos todos que tienen un ser transfenomenal. Igualmente la presencia actual de Pedro en un lugar por mí ignorado es también plenitud de ser. Se diría que encontráramos el pleno por doquier. Pero hay que observar que, en la percepción, hay siempre constitución de una forma sobre un fondo. Ningún objeto, ningún grupo de objetos está especialmente designado para organizarse en fondo o en forma: todo depende de la dirección de mi intención. Cuando entro en este café para buscar en él a Pedro, se produce una organización sintética de todos los objetos del café, sobre cuyo fondo se da Pedro como debiendo aparecer, y esa organización es una primera neatización. Cada elemento el fondo es lo que sólo se ve por añadidura, lo que es el objeto de una atención puramente marginal; así, esta neatización primera de todas las formas que aparecen y se reabsorben en la total equivalencia de un fondo es la condición necesaria para la aparición de la forma principal, que es, en este caso, la persona de Pedro.  Y esta neatización se da a mi intuición; yo soy testigo del desvanecimiento del local: personas, mesas, sillas, intentan aislarse, destacarse del fondo constituido por la totalidad de los demás objetos; después se diluye en ese fondo. Porque sucesivo de todos los objetos que miro, particularmente de los rostros que me retienen por un momento (¿si será Pedro?), y que se descomponen  en una seguida precisamente porque no son el rostro de Pedro. Si, por acaso, descubriese a Pedro, mi intuición se llenaría con un elemento sólido, me sentiría súbitamente fascinado por su rostro; y todo el café se organizaría en torno de él en discreta presencia. Pero justamente Pedro no está allí. Esto no quiere decir que yo descubra su ausencia en cualquier sitio preciso del establecimiento; está ausente de todo el café; su ausencia coagula el café en su evanescencia, el café continúa siendo un fondo, persiste en ofrecerse como totalidad indiferenciada mi sola atención marginal, se desliza hacia atrás, prosigue su neatización. Únicamente se hace fondo para una forma determinada, la lleva por todas partes al encuentro de él, me la presenta por todas partes, y esa forma que se desliza constantemente entre mis miradas y los objetos sólidos del café es precisamente un desvanecimiento perpetuo, es Pedro que resalta como nada sobre el fondo de neatización del café. De manera que lo que se ofrece a la intuición es un pestañeo de nada, es la nada del fondo cuya neatización llama, exige la aparición de la forma, y es la forma que resbala como un nada en la superficie del fondo. Lo que sirve de fundamento al juicio: Pedro no está allí, es, pues, la aprehensión intuitiva de una doble neatización”.

La presencia de P está ausente”
“La ausencia de P está presente” “
xq P está en otro lado

Sartre
Dios es un no-ser
“Cuando negamos algo, la nada está presente; por medio de la negación intuimos la presencia real de la nada. Lanada viene a ser así objeto de conocimiento directo, como en el caso del amigo que busca a Pedro en el café. La nada, según Sartre, no sostiene al mundo, como cree Heidegger; por el contrario, en última instancia es el ser en sí quien sostiene a la nada. La nada no es el abismo original del cual surgió el ser por un acto de creación trascendental, tampoco es la realidad del trasmundo, la nada no es y, por tanto, de ella nada puede surgir. La nada no fundamenta al ser, sino al revés, supone al ser. La nada es siempre nada de un ser que ha surgido del en sí; la nada es segregada por un ser que se niega a sí mismo. Gracias a que existen determinados seres con poder neatizante, la nada llega hasta el ser en general” (Fernández p. 224)


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