La crisis del capitalismo global


Este libro es una exposición clara y sintética de décadas de experiencia en el mundo de las finanzas. Su autor, George Soros, es mundialmente conocido por su capacidad para ganar dinero en los mercados financieros. Sólo por esta razón sus reflexiones sobre el funcionamiento del mercado, en general, y del financiero, en particular, merecen ser escuchadas con atención. Pero este libro es doblemente interesante porque presenta con claridad y rigor un tema que, sobre todo en Estados Unidos, es bastante impopular: los límites del mercado. De una persona que ha alcanzado dinero y fama en el mercado se espera las mayores alabanzas; no una visión de la economía que englobe tanto lo bueno, como lo malo. Además, si la tesis del libro es que los mercados financieros internacionales tienden a generar inestabilidad su lectura es obligada. Porque este libro va contracorriente de la línea mayoritaria que propugna la extensión del mercado a toda realidad humana. 
Y es la afirmación de una persona que conoce a la perfección dicho mercado. A lo largo de sus páginas explica con sencillez y claridad la situación financiera actual. Su argumento es el siguiente: la liberalización del capital ha generado unos volúmenes ingentes de crédito a corto plazo dispuestos a prestarse a cualquier país, siempre que siga las recomendaciones del FMI. 
Ahora bien, a la mínima señal de alarma, sea fundada o inducida, dicho dinero cambia de emplazamiento en cuestión de días. Así, cualquier país que esté financiando su desarrollo con estos capitales con plazo inferior al año se puede encontrar con la desagradable realidad de quedarse sin financiación y afrontar un brusco parón en su proceso económico. Soros nos detalla las crisis de Asia (Corea, Tailandia, Indonesia), Rusia e Hispanoamérica (México y Brasil).
Esta situación es el resultado de una posibilidad real del capitalismo que él denomina el “fundamentalismo” del mercado. Una posibilidad que libera a la economía de su fundamento social y erige al beneficio monetario en el final del proceso. De esta manera, la función de la economía, que es ser medio para los fines humanos, se convierte en un juego cuyo objetivo es ganar el máximo posible. Así, la economía pasa de ser un juego de suma positiva, es decir, una relación en la que ganan ambas partes, a un juego de suma cero, es decir, la ganancia de uno es la pérdida del otro. Soros nos relata su papel en la crisis de la libra esterlina de 1992: “cuando era un anónimo actor de los mercados financieros, nunca tuve que sopesar las consecuencias sociales de mis acciones. Era consciente de que en algunas circunstancias las consecuencias podían ser perjudiciales, pero me sentía justificado al ignorarlas por entender que jugaba de acuerdo con las reglas. Era un juego muy competitivo y si me imponía limitaciones adicionales a mí mismo terminaría perdiendo... Incorporar mi conciencia social al proceso de toma de decisiones no marcaría diferencia alguna en el mundo real. Gran Bretaña habría devaluado de todos modos. Si yo no fuera decidido en la búsqueda del beneficio, sólo se verían afectados mis resultados” (pág. 228)
No aboga Soros por introducir un control de capitales, ni asume postulados socialistas. Afirma: “los controles sobre el capital son una invitación a la evasión, la corrupción y el abuso de poder” (pág. 224). Se define a sí mismo como “criatura de los mercados y disfruto de la libertad y de las oportunidades que ofrece” (pág. 238). Su análisis se centra en la discrepancia entre una economía global y una organización política y social cuyo alcance sigue siendo básicamente nacional. Y nos ofrece las medidas que permitirían dar estabilidad al sistema financiero; medidas encaminadas a constituir una Corporación Internacional de Seguro de Crédito. Como afirma nuestro autor: “hay maneras sutiles de desincentivar la especulación monetaria que distan mucho de ser controles sobre el capital” (pág. 225).
Les voy a apuntar otro último motivo de interés de este libro. Soros indaga en las razones que han llevado al incipiente triunfo en Estados Unidos de una visión economicista de la vida. Analiza la pérdida de los valores humanos que cohesionan la sociedad y los riesgos que entraña la sustitución de los valores intrínsecos por el dinero. En un mundo donde triunfa el relativismo en los principios y las costumbres, “los valores sociales son inferiores a los valores de mercado. No pueden ser cuantificados; no pueden ser siquiera identificados. No pueden reducirse a un común denominador, el dinero” (pág. 235). Soros demuestra su fino olfato de empresario al ofrecernos su visión del mundo. Apuesta por llamar la atención sobre puntos importantes de controversia y, en mi opinión, lo consigue.

Javier ARANZADI DEL CERRO 

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