Discurso de Gastón Acurio en la Universidad del Pacífico 2006
Si bien podríamos pensar que los recursos naturales con los que cuenta nuestro país han sido una bendición, la historia nos ha enseñado siempre lo contrario. Alguna vez fue el caucho, otra vez el guano, hoy son los minerales. Sin embargo cuando éstos se acaban, con ellos termina un ciclo económico de bonanza y aparece esa odiosa debacle e incertidumbre que destruye democracias y da origen a falsos caudillos.
Nos queda claro entonces que el
crecimiento, la estabilidad y la riqueza de un país nunca estarán del lado de
los recursos naturales sino de los productos que se elaboren con ellos. Por
ello los suizos compran recursos como el cacao o el oro y con ellos elaboran
chocolates, joyas o relojes y por ello los japoneses y coreanos compran
minerales para luego transformarlos en electrodomésticos y automóviles.
Si embargo estos países y todos
los países industrializados entendieron también que la gran riqueza no esta
sólo en la elaboración de productos genéricos sino más bien en la creación de
marcas cuyo reconocimiento en términos de calidad les permitiera expandirse por
todo el mundo. Por ello Suiza compró cacao y oro y sus ciudadanos los
convirtieron en chocolates Nestlé y en relojes Rolex, Japón y Corea compraron
minerales y su gente los convirtió en Toyota, Nissan o Samsung y en épocas aún
mas recientes el nortamericano Howard Shultz compró café por el mundo y se lo
devolvió convertido en starbucks.
Pues bien, la gastronomía peruana
fue hasta muy poco justamente eso. Un gran recurso. Muy querido por todos, un orgullo
para todos y muy apreciado por algunos extranjeros que descubrían
anecdóticamente sus bondades en visitas de trabajo por el Perú.
Sin embargo, nuestra gastronomía no es afortunadamente sólo un gran recurso
sino una suma de cocinas y conceptos que en muchos casos aun esconden un gran
potencial que, una vez desempolvado, creado el marco conceptual y puesto en
valor, podrían ser exportados por todo el mundo.
Así es, detrás de nuestra
entrañable cocina criolla, de nuestras pollerias, de los chifitas de barrio, de
la cocina novo andina, de las picanterías arequipeñas, de los anticuchos, de
los sanguches, de la cocina nikkei o de las cebicherias, existen oportunidades
inmensas de crear conceptos que trasciendan su ámbito local para convertirse en
productos, productos peruanos de exportación que no sólo aspiren a codearse con
conceptos ya instalados globalmente como pizzerías, hamburgueserías, sushi
bares o taquerias mejicanas, sino que además generen al Perú enormes beneficios
tanto económicos como de marca país.
Hasta aquí creo que podemos
entender cómo nuestra gastronomía, un gran recurso, con productos con gran
potencial está lista para expandirse por el mundo. Sin embargo, qué falta para
el despegue final, qué sucede que aún no despegamos como quisiéramos.
Por qué si todos los estudios de
mercado hechos fuera del Perú por empresas internacionales indican que el
concepto culinario más en alza en el mundo es el peruano, que la demanda del
consumidor internacional por conceptos peruanos rebasa largamente a su oferta,
que invertir en un restaurante peruano bueno es casi invertir con cero riesgo
en cualquier ciudad norteamericana o europea.
¿Por qué si dentro del Perú hemos
vivido una revolución editorial y educativa en términos culinarios que nos ha
llevado a publicar en los últimos diez años más libros de cocina que en toda su
historia editorial, y si en Lima se han abierto en los últimos 5 años 22
escuelas de cocinas reconocidas oficialmente lo que la convierte en la ciudad
con más escuelas de cocina en el mundo?
¿Por qué si este año el 30 por
ciento de los turistas que visitó el Perú para ir a Cuzco decidió quedarse en
Lima un par de días adicionales sólo por todo lo que había leído y escuchado
acerca de su gastronomía, qué pasa que a pesar de que los periodistas más
importantes de todo el mundo son enviados a cubrir esta revolución culinaria y
publican artículos y emiten programas de TV deslumbrados por lo que ellos
consideran la inminente invasión peruana de sabores por todo el mundo?
¿Por qué a pesar de todos esos
indicativos aún esto no se traduce en restaurantes peruanos por todas partes? La
respuesta es más que evidente. Tenemos el recurso, tenemos los productos. Qué
nos falta; las marcas.
Algunos dirán, nos falta también
el capital, los recursos. Nosotros podemos rebatir ello contándoles que
recibimos casi diariamente propuestas de inversionistas desde Arabia Saudita
hasta Australia para invertir en restaurantes peruanos, propuestas que en su
mayoría rechazamos porque creemos firmemente que todo tiene su momento, su
espacio, su oportunidad.
Marcas peruanas, eso es lo que los cocineros y empresarios peruanos tenemos que
lograr para que esos inversionistas no tengan una sino muchas opciones que
escoger a la hora de decidirse por uno u otro concepto.
Marcas
que hayan desarrollado internamente todo aquello que hace que una pequeña gran
idea, un pequeño gran sueño se traduzca en una filosofía poderosa que vaya
creciendo poco a poco hasta convertirse en un modelo a estudiar, a imitar, a
admirar, a invertir.
En el caso de nuestra
organización hemos venido desarrollando conceptos culinarios cuya aspiración
desde el comienzo fue no sólo su internacionalización, sino también su segmentación
pues entendimos desde el comienzo que los restaurantes no son escenarios
genéricos sino espacios para públicos distintos, para momentos distintos, para
economías distintas.
Cuando
empezamos con “Astrid y Gastón” hace doce años lo hicimos con un
capital de 45,000 dólares, prestados entre familiares y amigos sin mucha fe
pero con un gran cariño hacia nosotros. Al cabo de 5 años y luego de haber
encontrado finalmente nuestra filosofía, luego de habernos definido
conceptualmente como restaurante de alta cocina peruana, ubicándonos con ello
en la cúspide de la pirámide de segmentación del mercado culinario, hicimos
nuestra primera incursión fuera del país hacia Chile donde la cocina peruana ya
tenía un gran reconocimiento. Los premios no tardaron en llegar y luego vino
Colombia, Ecuador y ahora Venezuela, Panamá y Méjico. Hoy cada uno de estos
locales no sólo es rentable sino que además es reconocido como líder y
referente de alta cocina en cada lugar. Así es, alta cocina peruana, codo a
codo con la francesa, la española, la italiana, etc. Como en algunos casos las
revoluciones empiezan de arriba hacia abajo esto nos ha preparado el terreno
para que nuestras otras marcas puedan ingresar con facilidad en otros
segmentos, avaladas por el prestigio generado por la anterior. Es más fácil
conquistar corazones haciendo alta cocina y luego sanguches que hacer sanguches
y luego alta cocina.
Luego
nació “Tanta”, ubicándolo
dentro del segmento del restaurante familiar y lo definimos como el bistro o el
deli de los peruanos, el lugar donde quien no podía pagar Astrid y Gastón,
podía sentir la misma filosofía y el mismo espíritu pero en un ambiente
informal y precios asequibles, siempre con los sabores peruanos pero siempre
con originalidad, sofisticación y espíritu artesanal. Para nosotros hacer
“Tanta” fue de alguna manera una catarsis pues cada vez más Astrid y Gastón nos
dejaba esa sensación de ser cocineros de elites pequeñas en un país de muchos y
“Tanta” significaba justamente eso, liberarnos de esas ataduras y poder mostrar
a muchos todo aquello que queríamos decir con nuestro trabajo. Hoy tenemos tres
locales en Lima, abrimos uno más este año y hemos terminado ya el proceso de
elaboración de manuales con lo cual ya está listo para ser exportado.
Luego
vino “La mar”. Si bien tengo muchas cebicherias favoritas , siempre
sentí que todas carecían de una filosofía total, que les permitiera competir
con liderazgo en cualquier parte del mundo. Sentía mucha pena al ver cómo los
peruanos habíamos devaluado un producto tan atractivo y sofisticado como
nuestra cocina marina, relegándolo a categoría de chingana con sillas de
plástico, sin servicio y demás. Y lo que era más grave, cuando algún empresario
decidía mejorar sus instalaciones o mejorar el servicio, automáticamente quitaba
el cartel de cebichería, para llamarlo restaurante de pescados y mariscos, sin
darse cuenta que era justamente ese nombre su mayor virtud diferenciándolo
frente a las demás ofertas marinas que encontramos por el mundo.
Cebicheria,
peruvian seafood, eso fue lo que imaginamos por todas partes. Y claro lo demás
era simple, había que aprovechar la enorme popularidad del ceviche por el mundo
y crear una cevicheria como concepto ubicado en el segmento étnico que
compitiera internacionalmente con los sushi bares japoneses, con la convicción
que no eran ni mejores ni peores simplemente distintos, con la diferencia que
frente a la solemnidad casi monacal del sushi bar, estaba el espíritu divertido
y desenfadado de la cebicheria. Había que mantener los elementos identificadores,
la caña, el viento, la luz, pero con diseño, mejorar y estandarizar la materia
prima, crear una filosofía de servicio acorde con el ambiente alegre que debía
de prevalecer, conservar los sabores con detalles de imaginación, y contar esa
historia real de que los peruanos amamos el cebiche y la cebicheria es nuestro
templo por todas partes.
Hoy estamos abriendo el segundo
“La mar” en Lima y ya hemos vendido franquicias de este concepto en Méjico,
todo Centro América y el Caribe, Brasil, y para el 2007 esperamos iniciar
Inglaterra y Washington. Creemos firmemente por muchas razones que la
cebicheria peruana es el concepto que se expandirá más rápidamente por todo el
mundo. Nuestra cuarta marca.
Cuando
uno pregunta a diez peruanos si le gusta el pan con chicharrón los diez dicen
que sí. Cuando uno pregunta si le gustan las hamburguesas la cifra baja a 5 o
6. Sin embargo cuando uno repregunta cuantos panes con chicharrón o cuantas
hamburguesas ha comido durante la semana, estas últimas siempre terminan
ganando. Entonces entendimos claramente el mensaje. El problema no era nuestro
sanguche, el problema era que no había una marca que haya podido salirle al
frente a las cadenas de comida rápida donde a partir de nuestras tradiciones
sangucheras pudiera crear un escenario que satisfaga las aspiraciones de su
gente.
En
esto momentos estamos por inaugurar la Sangucheria Pasquale Hermanos para
ubicarse dentro del segmento de comidas rápidas, para que, sin renunciar a su
espíritu artesanal sino mas bien haciendo de ello una ventaja, compita
directamente con las marcas de comida rápida internacionales con un concepto
netamente peruano, donde exista un escenario adhoc, unos protagonistas, los
Hermanos Pasquale, primos de los Carbone, los Cordano, los Queirolo, los
Palermo, fundadores de las sangucherias limeñas, pero donde el peruano sienta
que finalmente el sanguche peruano dejo de ser una aventura mensual y valiente
para hacerlo parte de su vida cotidiana, con la ilusión de que este segmento de
mercado se reacomode y de cabida a una propuesta netamente nacional.
Esperamos abrir muchos Pasquale
en Lima y su internacionalización dependerá del éxito de las cebicherias,
bistrot peruanos, y otros conceptos que harán de la marca genérica Perú lo
suficientemente fuerte como para que pasquale tenga el camino expedito.
Estamos ahora en busca del local para construir nuestra quinta marca. Panchita.
Durante siglos, las anticucheras
de las esquinas formaron parte del ornato y la identificación de nuestra ciudad
y por cierto del atractivo hacia el turista. Sin embargo en los últimos años
autoridades equivocadas, las persiguieron argumentando razones sanitarias en
vez de darles las herramientas para que estén acorde con los tiempos, al punto
que hoy es casi imposible encontrar una anticuchera de aquellas que daban vida
y aroma a nuestras esquinas. Paradójicamente en cada una de esas esquinas han
abierto pequeños negocios de hamburguesas o pollos broaster con costumbres
sanitarias mucho más cuestionables que las de nuestras doñas panchitas de
antaño y que además en nada podrían cautivar al extranjero que nos visite.
Es con ese espíritu reivindicador
que nace panchita, como un homenaje a esa tradición y a todas esas anticucheras
que alguna vez adornaron la ciudad. Anticucheria pero convertida en un
restaurante de verdad, con servicio, con diseño, con filosofía propia,
anticuchería que será vendida al mundo como la parrilla de los peruanos y que
nace con la vocación internacional de competir directamente con las parrillas
argentinas y los rodizios brasileños, pero todo en el mundo del anticucho,
dentro de un marco festivo y con decoración que recuerda a las haciendas
peruanas, con anticucheras robustas en vez de parrilleros gauchos, con
parrillas como las de las esquinas, con huancainas y cremas en vez de
chimichurris, con 25 tipos de anticuchos con todos los sabores, desde el
clásico corazón al sofisticado atún, con yuca frita, papas doradas, choclos y
tacu tacus en vez de papas fritas, con música latina en vez de tangos, una
fiesta de sabores peruanos en vez de una sola pieza de carne de 500 gramos. La
anticuchera de la esquina convertida en restaurant. Su internacionalización
dependerá del éxito de las cebicherias.
Estamos en proceso de creación de tres marcas más. La primera es la de un chifa pero que sea el real reflejo de
una fusión peruano china y no de un restaurante chino con toques peruanos. Hoy
el Perú cuenta con 5,000 chifas sin embargo no tenemos ninguna marca.
Deberemos crear decoración,
ambiente, música, filosofía de servicio, y comida por cierto, comida que sea el
reflejo un autentico mestizaje peruano chino cuya diferenciación con lo chino
será la clave para su internacionalización. Estamos también en proceso de la pollería de nuestros sueños. Donde las
guarniciones peruanas serán la diferencia frente al roasted chicken de otros
lares, y donde la brasa que le da todo el sabor original, y que lamentablemente
algunos comercios hoy devalúan llamándolo brasa cuando usan gas, será lo que
marque la diferencia y el sello de roasted chicken peruvian style. Crearemos
también una cadena de hoteles boutique en lugares paradisíacos de nuestro país,
con un espíritu peruano latino, donde el diseño, el buen precio, el servicio
pero espontáneo y la gran cocina avalada por nuestras marcas serán la clave de
su crecimiento y de su internacionalización.
Finalmente hemos terminado de
desarrollar lo que es el comienzo de nuestra división industrial. Tenemos claro
que en un futuro el desarrollo de la cocina peruana no solo en restaurantes al
extranjero sino en los hábitos de consumo internacionales generara una demanda
de bases de sabor ,salsas, productos derivados que simplifiquen el camino a la
hora de hacer un cebiche, un tiradito, una causa y demás. Hemos desarrollado ya
las formulas solo nos queda esperar que el mercado este listo para recibirlas
en una marca que tenga como aliado estratégico a un producto emprendedor en
Virú, que ya lo tenemos y un distribuidor apasionado, peruanos ambos, que
también ya esta listo.
Me imagino que ustedes y mucha
gente se preguntará por qué tanta fe.
En realidad no es fe, es simplemente análisis concreto. En los años 80 se dio
el inicio del gran despegue de la cocina mejicana por el mundo. En aquel
entonces no había ni Internet, ni las economías estaban globalizadas, ni las
barreras culturales quebradas ni las fusiones estaban de moda. En ese momento
los mejicanos salieron al mundo con sus tacos y sus tequilas, convencidos de
que con ello conquistarían a todos.
En aquel entonces habría unos 500
restaurantes mejicanos, pues hoy debe haber más de 200,000. Con ello no solo
lograron introducir dicho concepto sino que también lograron poner de moda el
tequila, la cerveza corona, las salsas derivadas que hoy vemos en todos los
supermercados y por supuesto el chile, al punto que hoy nuestro valle de Virú
tiene que producir chile jalapeño porque el agro mejicano no es suficiente para
abastecer la demanda mundial.
Con los japoneses sucedió lo mismo. A inicios de los ochentas no había sushi
bares por el mundo. Hoy hay más de 50,000 y gracias a ellos pudieron entrar no
sólo productos sino otros conceptos como el teppanyakki, del benihana, o los
noodle bars tan de moda en Europa.
Entonces si hoy las barreras
culturales ya no existen, si el Internet pone al servicio de todos los
conocimientos culinarios internacionales, si las economías se han globalizado
irreversiblemente, si los estudios, la prensa internacional y el consumidor
foráneo nos dan permanentes señales de estar esperándonos y si además contamos
no con un producto sino con muchos productos mucho mas diversos, sofisticados y
divertidos que ofrecer. Por que creer que vamos a fracasar en el intento.
Nuestra fe nace del análisis no de la ilusión y nuestra fuerza eso si nace del
deber, de la convicción de que los cocineros somos actores reales de los
procesos de cambio que el Perú necesita.
Creemos
firmemente que el éxito de los restaurantes peruanos por el mundo traerá
consigo muchísimos beneficios directos e indirectos para el país.
Si nos imaginamos un escenario de
aquí a veinte años donde existan al igual que hoy hay mejicanos, unos 200,000
restaurantes peruanos de todo tipo y en todas partes, que cuando caminemos por
cualquier ciudad europea encontremos una anticucheria al lado de una pizzería,
una sangucheria al lado de una hamburguesería , una cebicheria al lado de un
sushi bar o un restaurante criollo al lado de un tex mex pues entonces
deberemos imaginarnos todos los beneficios que aquel escenario traerá consigo.
La demanda de productos tan comunes como papa amarilla, ají, cebolla roja,
rocoto o limón se multiplicaría infinitamente y con ello acabaríamos con uno de
los mas dolorosos males que acarrea nuestro país y que genera tanto
enfrentamiento aprovechado por falsos profetas coyunturalmente, el
empobrecimiento del campesino peruano en los andes. Hoy para solo darles un
ejemplo. El kilo de papa amarilla se vende en Europa en mercados étnicos a 5
euros el kilo. Pues al campesino peruano se le paga 30 céntimos de sol en
chacra. Con el nuevo escenario esto cambiaria y con el desaparecería un
permanente caldo de cultivo para la inestabilidad del país.
En dicho escenario se generarían
también muchas industrias y productos de base de sabor como la que venimos
desarrollando, de salsas, de pisco, de libros, de revistas, de turismo
gastronómico, de asesoramiento gastronómico, de snacks, de dips y todo aquello
que va naciendo alrededor de conceptos como los que tenemos. Italia por ejemplo
exporta productos por 5,000 millones de dólares sólo porque un concepto llamado
pizza existe por el mundo. Más que elocuente para imaginar lo que podríamos
generar en torno a toda nuestra gama de conceptos. Quizás una cifra mucho mayor
que ésa.
Por último el hecho de tener
estos conceptos y marcas por el mundo le daría a la marca Perú un poder de
seducción que no solo llamaría la atención del publico internacional hacia
otras propuestas peruanas como la moda, el diseño, la joyería, la música, la
industria y demás sino que también incentivaría y activaría la creatividad y la
confianza de nuestros jóvenes a crear conceptos propios y tener la valentía de
salir al mundo con ellos.
Por estas razones creemos que los
cocineros tenemos muchas cosas que decir además de cocinar, tenemos una enorme
responsabilidad como miembros de una generación a quien se la dado con mucha
generosidad la oportunidad de representar a su país en aquello que tiene mas
poderoso.
Su gastronomía. En aquello que el
mercado hoy más valora y aprecia de nosotros. En aquello que puede generar enormes
cambios no solo económicos sino sobretodo en la manera de cómo los peruanos
debemos encarar nuestro futuro personal y el futuro del Perú.
Los
peruanos debemos buscar la riqueza dentro de nosotros mismos, estamos
llenos de oportunidades por todas partes esperando por alguien que le de el
valor y la fuerza necesaria para convertirla en algo atractivo y poderoso a
vender al mundo.
La clave está en entender que somos una gran nación, con una gran cultura viva
fruto de siglos de mestizaje y que es justamente ese mestizaje que ha hecho de
nuestra cocina una propuesta variada y diversa que ha cautivado finalmente al
publico internacional y que es en ese mestizaje donde los peruanos deben
encontrar la fuente de inspiración no solo para generar riqueza sino sobretodo
para aceptarnos y querernos como nación y recién a partir de ahí poder
encontrar hacia dentro todas aquellas ideas que luego saldrán transformadas en
productos y en marcas a conquistar el planeta.
Hoy estoy aquí muy emocionado de
poder dirigirme a ustedes no sólo para contarles todas estas cosas sino para
recordarles que como yo son ustedes los jóvenes mas afortunados de este país.
Que son a quienes la suerte les concedió haber nacido en una familia que los
pudo educar con amor en un país donde muchos niños ni siquiera conocen el amor.
Donde hoy están recibiendo la mejor educación como la que yo recibí y como la
que hoy reciben mis hijas mientras muchas otras niñas en vez de ir a la escuela
tienen que trabajar.
Esto no sólo debe de indignarnos
como ciudadanos de un país al que amamos y en el que queremos crear riqueza y
logros personales sino que debe convertirnos en actores para revertir para
siempre esta situación y convertirnos finalmente en un país prospero lleno de
riqueza y de orgullo de formar parte de una nación donde las oportunidades
están basadas en una educación igual para todos, una justicia igual para todos
y un Estado que, de la mano con sus ciudadanos, vigila e interviene
enérgicamente frente a la arbitrariedad, el abuso y el rompimiento de las
reglas de juego pactadas por todos.
Créanme, sólo es posible cumplir
sus sueños personales si tenemos un sueño nacional anterior. El éxito
individual sólo llegará si nuestros objetivos trascienden el ámbito personal
para formar parte sobre todo de una gran aspiración colectiva. Japón
reconstruyó su país en ruinas para convertirse en la potencia de hoy porque
antes que individuos eran japoneses.
Alemania hizo lo mismo, Israel
también, al igual que naciones mucho más jóvenes como Australia o nueva Zelanda.
Es en ese espíritu nacional, pero el positivo, el que se abre al mundo, el que
se cuestiona, el que tolera, el que abraza, el que integra, el que aplaude el
éxito y no el nacionalismo que se lamenta, que condena, el que divide, el que
se encierra y protege la mediocridad, en donde finalmente los peruanos
alcanzaremos el rostro definitivo de nuestra nación y con él finalmente la tan
ansiada prosperidad.
Para
terminar quisiera decirles, en realidad pedirles, que no se vayan del Perú,
ustedes son sus hijos más afortunados, sus hijos más preparados: Y, si se van a
estudiar una maestría, regresen.
No se
vayan, es aquí donde están las oportunidades, es aquí donde esta la riqueza, es
aquí donde la vida encuentra un sentido, no se vayan porque su pueblo los necesita.
El
Perú los necesita. La historia los necesita.
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