Caso Cruces

 

Tú y tu grupo conforman el Tribunal Constitucional de la República Alemana y estudian el caso que se retrata abajo. ¿Ustedes se retractan o ratifican que se retire las cruces de las escuelas públicas?

 

 

En 1995 una pareja de humanistas, desde una isla de Baviera, interpuso una acción ante el Tribunal Constitucional de la República Alemana, alegando que sus tres pequeños hijos habían quedado "traumatizados" por el espectáculo del Cristo crucificado que estaban obligados a ver, a diario, decorando las paredes de la escuela pública en la que estudian.

El Tribunal Constitucional, encargado de velar la recta aplicación en la vida política, económica de Alemania, acogió la demanda de la pareja. Por boca de su Presidente, una eminencia jurídica, Johann Friederích Henschel, los ocho magistrados que lo integran fallaron que la oferta de aquella escuela bávara, de reemplazar los crucifijos de sus paredes por escuetas cruces era insuficiente, y ordenaron al Estado de Baviera que retire cruces y crucifijos de todas las aulas pues "en materia religiosa el Estado debe ser neutral".

En el Estado de Baviera, más del noventa por ciento de los escolares pertenecen a familias católicas practicantes. Y la Unión Social Cristiana ejerce un dominio político indisputado en la región, y su líder, Theo Waigel, ha sido el primero en protestar contra el fallo del Tribunal Constitucional, en un artículo en el órgano partidario, el Bayernkurier. "Debido al ostentoso empeño del Tribunal de proteger a las minorías y relegar cada día más a un segundo plano las necesidades de la mayoría, los valores establecidos y el patriotismo constitucional se hallan en, peligro", afirmó.

Mesurada reacción, si la cotejamos con la de Su llustrísima, el Arzobispo de Múnich, Cardenal Friedrich Wetter, a quien el asunto ha llevado a las orillas de la apoplejía y aún más grave -desde el punto de vista democrático- al amotinamiento cívico. "Ni siquiera los nazis arrancaron las cruces de nuestras escuelas", exclamó el purpurado. "¿Vamos a permitir que lo que no pudo perpetrar una dictadura lo realice un Estado democrático, regido por la ley?. ¡Por supuesto que no! El Cardenal ha incitado a la desobediencia civil -ninguna escuela debe acatar la sentencia del Tribunal- y convocado una misa al aire libre, el 23 de septiembre, que atraerá seguramente muchedumbres papales. El acto se celebrará bajo la euritmia beligerante de un eslogan acuñado por el mismísimo príncipe de la Iglesia: "¡Aquí está la cruz y aquí se queda!".

Si los encuestadores de las agencias de opinión han hecho bien su trabajo, una robusta mayoría de alemanes respalda al sublevado Cardenal Wetter: 58 por ciento condena la sentencia del Tribunal Constitucional y sólo el 37 por ciento la aprueba. El oportuno canciller Helmut Koffl se ha apresurado a reconvenir a los magistrados por una decisión que le parece "contraria a nuestra tradición cristiana" e "incomprensible desde el punto de vista del contenido y de las consecuencias que puede acarrear"[1].

 

 



[1][1] Texto tomado del artículo “La señal de la cruz” de Mario Vargas Llosa.

Comentarios

Entradas populares